Uno de los mayores
problemas de la iglesia de hoy es que tratamos de hacer un “Decoupage Espiritual”. Un decoupage es básicamente una obra de arte creada de
varios recortes que fueron juntados en una superficie. Estamos acostumbrados a
“recortar” versículos o pasajes de la Biblia y pegarlos en nuestro canvas de
creencias a conveniencia. Elegimos lo que aplica a nuestra situación
particular, pero no aceptamos toda la Palabra de Dios...decidimos creer
solamente las partes de la Biblia que nos conviene creer, pero evitamos
aquellos versículos que realmente nos confrontan.
Particularmente en
nuestro días, la iglesia evita ofender o hacer cosas que se consideran políticamente
incorrectas, como por ejemplo, el manifestar del Espíritu Santo, el hablar en
lenguas, el imponer manos y orar por los enfermos,
El problema es que
estamos evitando la razón de ser de la iglesia!
La iglesia nació con
el mover del Espíritu Santo. Hace una semana se conmemoraba el día del
Pentecostés, durante esta festividad, estando reunidos los apóstoles luego de
la ascensión de Jesús, unánimes todos con unas 120 personas, el Espíritu Santo
descendió y marcó el nacimiento de la
iglesia.
(Hechos 2:2-4)
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que
soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose
sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
La gente se
maravillaba y quedaba atónita, incluso algunos creían que estaban ebrios, pero
Pedro explicó que ese hecho marcaba el cumplimiento de la promesa del Espíritu
Santo:
(Hechos 2:17-21)
17
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes
verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
18
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
19
Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la
tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
20
El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que
venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
21
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Así fue como comenzó
la iglesia. Lo siguiente fue repartir el bautismo del Espíritu Santo, por medio
de la imposición de manos, como vemos por ejemplo en Hechos 8:
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria
había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan;
15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el
Espíritu Santo;
16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
En nuestro días, se
está evitando imponer manos, orar en lenguas, orar por los enfermos, y en
general la manifestación del Espíritu Santo.
Está bien que tomemos
ciertos versos de la Biblia como promesas, yo lo he hecho muchas veces y me
gusta hacerlo, incluso en el interior de mi closet en casa, tengo varios versículos
que me recuerdan las promesas que Dios ha hecho. Lo que no puedo entender es
como alguien que lee la misma Biblia que yo leo, y que cree en el mismo Cristo
que yo creo, critica cuando se imponen manos, se ora en lenguas o se ministra
la manifestación del Espíritu Santo. Solo puedo decir: Escrito está… el que
tenga oídos para oír que oiga.
Tengamos cuidado de no estar haciendo de nuestra
vida un decoupage espiritual, recortando partes la Palabra de Dios que nos
gustan y desechando parte de la Palabra de Dios que decidimos no creer o que preferimos no demostrar para buscar agradar o no ofender a las personas a nuestro alrededor en lugar de buscar agradar a Dios. Por ejemplo, especialmente siendo adolescentes, nos da pena levantar las manos o que oren por nosotros, porque nos preocupa que vayan a pensar las personas a nuestro alrededor, no digamos si oramos en lenguas.
Una de las cosas más difíciles de la madurez espiritual es lograr estar 100% seguros que no basamos nuestras acciones simplemente en lo que piensan las personas a nuestro alrededor, y estar 100% seguros que basamos nuestras acciones en lo que agrada a Nuestro Padre y Señor.