¿Estamos rodeados de Amigos?
Cuando estaba pequeña, entre seis y siete
años, mis padres regresaron a la iglesia y aceptaron a Jesús como su Señor y
Salvador lo cual hizo que el barco que conducían con la familia a bordo
prevaleciera a pesar de cualquier tempestad, porque desde ese entonces Dios era
el capitán. Quizá me tome el tiempo para
explicar todo el testimonio en una futura oportunidad, pero por ahora el
objetivo de la ilustración es para comprender que a partir de ese momento crecí
en una atmósfera diferente. Estuve en colegios cristianos, no perfectos, pero
que contribuían a esa atmósfera con estudios continuos de la Palabra de Dios y cómo
ésta se aplica en nuestra vida. Sin
embargo, cuando comencé a trabajar la atmósfera era diferente. Aprendí que la
gente te puede sonreír y hablar mal de ti a la vuelta, que las mismas personas
que te dicen palabras bonitas de frente, te difaman a tus espaldas, y la gente
cercana al final del día son compañeros de negocios pero no necesariamente
amigos. No creo que la escuela haya estado libre de este tipo de situaciones,
tal vez en aquel entonces yo era muy ingenua como para notarlo, quizá era algo
latente o simplemente no lo veía, pero fue hasta cuando comencé a trabajar que
comencé a notarlo.
Tampoco quiero que me malentiendan, claro
que hice amigos en el trabajo, y claro que encontré personas leales, y por
supuesto que habían personas de corazón puro e íntegros. Como diría Marcos Vidal,
“No
son muchos pero Dios los puso ahí.
Un
poquito más cercanos, me los regaló a mí
para
hacerme comprender un poco más
el
calibre del amor de mi Padre Celestial…
son Amigos, y no tengo que dar nombres o apellidos
porque ellos mismos ya se saben aludidos”
Pero no es de extrañarse, como diría el
viejo dicho “en la viña del Señor hay de
todo.” Es decir que no podemos esperar encontrar gente perfecta, o que todos
nos amen y nos aplaudan. Mucho menos en estos tiempos, que los valores se han
hecho a un lado. Después de todo II
Timoteo 1-5 dice:
“ También debes saber esto: que en los postreros
días vendrán tiempos peligrosos.
Porque
habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios,
blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
sin afecto
natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de
lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que
de Dios,
que
tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
Vaya panorama! Pero no podemos meternos a la
burbuja de nuevo, o pagar ojo por ojo diente por diente, porque terminaremos
siendo exactamente lo que describen los versos anteriores. Estaremos llenos de
egoísmo, con odio, rencor, falta de perdón y amargura.
¿Qué podemos hacer entonces ante estas situaciones?
1. Evitar
El verso 5 termina “a éstos evita.” Gracias
a Dios que puso esas palabras en la boca del apóstol Pablo, no necesitamos estar amarrados a
personas que nos tratan mal, podemos evitarlos si esta opción está en nuestras
manos.
2.Perdonar
En días anteriores (Septiembre 1) explicaba que perdonar es una decisión crucial ya que la consecuencia de no perdonar es que Dios no nos perdonaría a nosotros. Podemos vivir con nuestro rencor hacia la muerte eterna, o decidir tomar un paso de valentía: perdonar y ser perdonados.
“soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” – Colosenses
3:13
3. Bendecir
Entonces el plan es evitarlos, caminar en
dirección opuesta, y a la vuelta de la
esquina hablar mal de ellos y desearles lo peor de este mundo? Tampoco! Hacer
eso nos convertiría en hipócritas, y a Dios obviamente no le gustan los
hipócritas, no después de que el mismo Jesús confrontó a los escribas y
fariseos que eran hipócritas. (Mateo
23).
En lugar de apartarnos para desearles mal,
es necesario bendecir a los demás, aun a
aquellos que no necesariamente nos bendicen a nosotros. También debemos ser
humildes y tratarlos como nos gustaría que nos trataran a nosotros.
“bendigan
a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan. Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra.
Si alguien te quita la *camisa, no le impidas que se lleve también la capa.
Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo
reclames. Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.”
– Lucas 6:28-31
4. Amar
Cuando amamos genuinamente, dejamos a un lado pensamientos egoístas y estamos dispuestos incluso a dar nuestra vida por esa persona.
“Nadie
tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” –Juan 15:13
¿Como lograrlo?
Perfecto, el plan suena ideal, pero en
realidad, como se logra hacer eso?, que nuestro Si sea un Si? que nuestra
sonrisa sea genuina? y que ofrezcamos la mano sin juzgar a los demás? Podemos
bendecir a unos y maldecir a otros? Esto no debe ser así.
“De una
misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos
míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Del mismo
modo, ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.” – Santiago 3:10-12
¿Cómo podemos cumplir esos estándares tan
altos?
Salmo 36:9 dice que en Dios esta la fuente o
el manantial de vida.
Si Dios es la fuente que nos llena, ese será
el tipo de agua que daremos a los demás.
Si dejamos que Dios nos llene de su amor,
ese es el amor que daremos a otros – un amor puro, leal e incondicional, capaz
de perdonar y de dar lo mejor de nosotros a los demás.
Confesión de Fe
Decide hoy dejar que Dios te llene de Su Amor y que esa sea la fuente del agua que des a otros.
Repite esta oración con todo tu corazón:
Padre Celestial, reconozco que te necesito,
que he pecado, pero hoy me arrepiento, me aparto del camino de pecado y decido
aceptar el regalo de Tu Salvación. Gracias porque me amaste primero, a pesar de
mis errores, me perdonaste. Enviaste a Jesús a morir en lugar de que yo tuviera
que morir para pagar por mis pecados. De tal manera me amaste. Gracias porque
Jesús resucitó de la misma manera que hoy resucita mi espíritu lleno de vida y
lleno de Tu gran Amor para poder compartir ese amor con las personas que están
a mi alrededor. Gracias porque Jesús
ascendió para que pudiera venir sobre nosotros el Espíritu Santo y gracias
porque ahora puedo ser portador del fruto del Espíritu que es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Ayúdame a apartarme del mal, perdonar a los
demás como Tu me has perdonado, bendecir a los que me maldicen y a amar con el
Amor que Tu me amas. Amén.
Les dejo otra canción de Marcos Vidal junto a Guadiana, le
pido a Dios que su Amor nos inunde para poder dar ese mismo amor a los que nos rodean:
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